Astros de Houston, José Altuve y la sombra del error cometido



Iniciaron los campos de entrenamientos de cara a la temporada 2020 de las Grandes Ligas. En el Ballpark de Palm Beaches en Florida el ambiente difícilmente pudo haber sido más apesadumbrado. El elenco sideral se encuentra inmerso en un profundo agujero negro creado por ellos mismos. Una acción que sin necesidad de esperar por los resultados desde el principio demostró ser estúpida, del todo innecesaria, y lo más grave: ILEGAL.

La generación 2017 de los Astros de Houston ahora forma parte de un triste episodio de la extensa y rica historia del mejor béisbol del mundo. Su insensatez causa enorme decepción en la afición beisbolística (en especial en los seguidores de la franquicia) porque el título de campeones alcanzado esa temporada, el único en sus casi 60 años de trayecto, ahora tiene insipidez perpetua.

En las instalaciones del complejo primaveral de los Astros, los desdibujados rostros de José Altuve y Alex Bregman reflejaron vergüenza y pesar por la monumental tontería cometida. El golpe asestado a la integridad del juego, a la reputación de los peloteros fue afectada; la de ellos mismos con dificultad será restaurada, ese error ensombrece sus nombres por el resto de sus carreras profesionales y de su propia vida.

Injusto sería señalar a Altuve como único responsable en este nefasto asunto, porque en realidad es algo que atañe a toda la organización, pero él por ser la máxima figura del equipo está más expuesto que otros de sus compañeros al reproche público. 

De ahora en adelante el maracayero deberá conjugar actitud y aptitud (cualidades naturales en él) para no caer en el ostracismo, y en la medida de lo posible no pagar el precio que ya comenzaron a cancelar Álex Cora y Carlos Beltrán.

Altuve y Bregman hicieron lo único que podían hacer, lo que estaban obligados a hacer: Dar la cara.


Pero el daño está hecho. En la cultura estadounidense si algo es difícil perdonar, es la mentira; el recurrir a métodos alejados del marco de la legalidad para alcanzar o mantener el éxito. ¿Es esto falso? ¡No, no lo es!

Joe Jackson, Chick Gandil, Eddie Cicotte, Lefty Williams, Oscar Felsch y Charlie Risberg, en esta disciplina son los primeros que pudieron dar fe de lo arriba aseverado. Ellos fueron expulsados de por vida del béisbol por haberse vendido a apostadores para perder adrede la Serie Mundial de 1919, en el sonado caso de los Medias Negras de Chicago. Por ese mismo suceso Fred McMullin y Charles Weaver, aunque no se vendieron, también recibieron vetos permanentes por estar en conocimiento de las circunstancias y no denunciarlas.



Ellos pecaron, mintieron, hicieron trampa y ahora pagan un precio muy alto.

Por otro parte, Pete Rose, Barry Bonds, Rafael Palmeiro, Roger Clemens, José Canseco y Mark McGwire dejaron números que sobresalieron en el tiempo que les correspondió ser ligamayoristas, a tal punto que en condiciones normales sus logros deberían bastarles para alcanzar la inmortalidad que otorga un nicho en Cooperstown, pero no es así.



Ellos también pecaron, mintieron, hicieron trampa e igualmente pagan un precio muy alto por las faltas y ofensas cometidas a la integridad del béisbol. Ese es el asunto aquí relevante, la integridad de este deporte. 

El escándalo de robo de señas de la versión 2017 de los Astros es un hecho grave que afecta la imagen de las Grandes Ligas, y lo menos malo que puede ocurrir es una baja en el promedio de asistencia a los parques, cuando menos en el Minute Maid de Houston.

Desde ya es previsible que el corto plazo no será sencillo. Lo rescatable de todo esto es que el béisbol es una industria muy grande y poderosa, de gran arraigo en la cultura estadounidense. Las ligas mayores han llegado a puerto seguro tras las tormentas devastadoras de los Medias Negras, las apuestas de Rose, la huelga de jugadores que conllevó a la suspensión, por primera vez en más de 90 años, de la Serie Mundial en 1994; y a los esteroides de Canseco, McGwire, Clemens, Bonds y compañía.

En un juego de palabras, solo el tiempo dirá cuánto tiempo tomará exorcizar el pecado cometido por los Astros de Houston y restaurar el honor de las Grandes Ligas, el máximo de los escenarios en el mundo de los Bates, Guantes y Pelotas.

Comentarios

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