La huella del Gran Gato es imborrable
A los campos de entrenamiento de la temporada 2005, Andrés José Padovani Galarraga llegaba al complejo de los Mets de Nueva York con 43 años y nueve meses de edad; su principal respaldo era una dilatada y respetada trayectoria en el mejor béisbol del mundo. En esa primavera, entre las cejas del Gran Gato se encontraba un objetivo, una ambición profesional que llevaba consigo desde la campaña del 2001, acumular 400 batazos de cuatro esquinas en el Big Show. Con la finalidad de alcanzar ese objetivo, una vez concluida la temporada del 2000 Galarraga tomó una decisión que para muchos estaba revestida de lógica, aceptar la oferta presentada por los Rangers de Texas y mudarse a la Liga Americana. Después de todo el Joven Circuito, la gran mayoría de las veces, se ha diferenciado de la Liga Nacional por presentar mayor producción ofensiva, influenciada por la presencia del bateador designado, y este era el rol que en Arlington estimaron adecuado para un jugador de la edad de ...